A fines de la segunda mitad del siglo XX, Chile vive uno de los momentos más desgarrados de su historia política, el golpe militar y su dictadura (1973-1990). En el cual, las elites tradicionales generaron una política de genocidio sobre un segmento de la población, que podía manifestarse a futuro, como una oposición al nuevo modelo económico fundando bajo este régimen castrense, el neoliberalismo. Después de la aplicación de instituciones y prácticas de exterminio, como campos de concentración, centros de torturas y una política de desaparición forzada sobre los militantes de partidos de izquierda y sus familiares. Viene una segunda fase del modelo, reordenar la ciudad en una estrategia de segregación y control económico del espacio urbano, conocido como proyecto de erradicación de la pobreza.
El desplazamiento de los pobres en forma masiva, de las zonas ricas urbanas, generó un negocio inmobiliario cimentado en la segregación urbana. A esto se suma la deportación en comunas conteiner, estrategia geopolítica militar, una especie de apartheid o gueto social, que desfavoreció la organización poblacional, provocando la ruptura del “lazo social” de estas comunidades extrañadas.
La naturalización de la vida en guetos, que volvió a restablecer la dictadura, fue el punto de partida para generar situaciones de violencia del modelo económico. Esto favoreció un creciente aumento de problemas sociales, en torno a la violencia intrafamiliar, drogas y delincuencia. Pero sobre todo, la emergencia de enfermedades mentales, producto no solo del contexto represivo que ejercía la dictadura concerniente a estas poblaciones, sino que además, debido a la implementación de reformas económicas neoliberales radicales, en su primera fase. La privatización de los derechos básicos (agua, salud, vivienda, educación, espacio público y trabajo) Y el desmantelamiento del Estado benefactor y su protección social, que en nuestra perspectiva, serían los causantes de duplicar las enfermedades psíquicas en “enjambres epidémicos endémicos” entre 1973 – 1990.
La hipótesis de trabajo es, que este contexto de represión política y de adecuación al modelo económico, aumentó dramáticamente las enfermedades mentales contemporáneas en Chile. Manifestadas en una primera instancia, en un grupo de población sometida a esta violencia política directa (erradicación, exilio, tortura, prisión) y que posteriormente, se expandió, a toda la población en general, en este proceso de modernidad económica autoritaria. Estas enfermedades mentales, se conforman hoy en día, como un fenómeno social importante, dentro del modelo neoliberal chileno. Su análisis y comprensión, es el objetivo de la propuesta presentada.
César Leyton, Universidad de Chile